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Etiquetado frontal de advertencia en México

Actualizado: 16 ago 2021

Una colaboración entre Coalición ContraPESO, El Poder del Consumidor y The Hunger Project México.


Siglas

COFEPRIS: Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios

DOF: Diario Oficial de la Federación

FAO: Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura

GDA: Guías Diarias de Alimentación

LGS: Ley General de Salud

OSC: Organización de la Sociedad Civil

TMEC: Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá

UNICEF: Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia


Antecedentes: La epidemia de sobrepeso y obesidad en México


En los últimos 30 años, el sobrepeso y la obesidad en México se han convertido en una epidemia que afecta aproximadamente a uno de cada tres niños, niñas y adolescentes, y a siete de cada diez adultos. De manera específica, las cifras reportadas en la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición revelan que el 35.6% de los niños y niñas entre cinco y once años y el 75.2% de los adultos ya tienen algún grado de sobrepeso u obesidad.


La evidencia científica ha sido consistente al señalar que el sobrepeso y la obesidad son causados principalmente por una alimentación inadecuada, es decir, una dieta en la que predominan productos ultraprocesados de muy pobre calidad nutrimental; bajos en fitoquímicos y nutrimentos esenciales como proteínas de alto valor biológico, fibra, grasas poliinsaturadas y una variedad de vitaminas y minerales, y por el contrario, aportan con facilidad un exceso de calorías provenientes de nutrimentos críticos como las grasas saturadas y trans y los azúcares añadidos, además del sodio. Sin duda, existen otros factores que contribuyen a detonar la obesidad a nivel poblacional, como el nivel de actividad física o la predisposición genética (por mencionar algunos), sin embargo, estos no han demostrado tener el mismo impacto que la alimentación, por lo que esta se considera como un factor determinante no sólo para el deterioro de la salud, sino para su conservación y mejora.


Es claro también que el sobrepeso y la obesidad impactan de manera negativa en quienes la padecen. En la actualidad, innumerables estados prueban un vínculo estrecho entre la calidad de la alimentación con el exceso de peso y el desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles (ECNTs) como la hipertensión arterial y otras enfermedades cardiovasculares, la diabetes tipo 2 y gestacional, e incluso con diferentes tipos de cáncer. Estas enfermedades se han posicionado rápidamente como las principales causas de mortalidad de la población mexicana en un fenómeno conocido como “transición epidemiológica”, es decir, un declive en las defunciones por enfermedades infecciosas combinado con un aumento de las ECNTs.


Este incremento de muertes por ECNTs y el crecimiento de nuevos casos de sobrepeso y obesidad desde la infancia, llevó a las autoridades sanitarias a emitir por primera vez en la historia del país, una Alerta de Emergencia Epidemiológica por la gravedad de los casos de obesidad y de diabetes en 2016. En esta, se detallaba que más de noventa mil mexicanos y mexicanas fallecían cada año a causa de estas enfermedades, cifra que actualmente, rebasa las cien mil muertes anuales.


A pesar del reconocimiento a las graves consecuencias de estas enfermedades, poco se ha hecho para combatirlas de manera adecuada, pues históricamente, ha existido un predominio narrativo sobre la obesidad y las ECNTs como el resultado de la falta de voluntad o educación de los individuos para enfrentarla, dejando de lado a la necesaria visión sistémica fundamental para combatir esta epidemia. A esta visión individualista de la problemática, se suman los poderosos intereses económicos de agrupaciones de la industria de alimentos ultraprocesados y bebidas no alcohólicas (en su mayoría formado por grandes trasnacionales), que durante años, han frenado la adopción de políticas públicas para prevenir nuevos casos de esta enfermedad. Esta perspectiva es problemática, ya que ha permitido al estado mexicano, cierto grado de deslinde sobre la carga de la enfermedad y permite a la vez, que la responsabilidad de combatir y prevenir la obesidad y las ECNTs recaiga sobre los individuos, cuyas condiciones de vida y acceso a alimentos, información y servicios para la atención de la salud, son indudablemente desiguales.


Es claro que nuestra sociedad debe atacar a esta enfermedad desde diferentes frentes, pues su etiología resulta compleja y multifactorial. Esta tarea no es sencilla. Para enfrentarla con éxito, se deben tomar en consideración no sólo a los factores inmediatos (como la insuficiente explicación sobre un exceso en la ingesta calórica combinado con insuficiente gasto energético), sino también a todos los determinantes sociales y económicos de la salud, así como a la estructura de los sistemas alimentarios.


En este sentido, existen valiosas recomendaciones tanto a nivel nacional como internacional, emitidas por expertos y expertas libres de conflictos de interés, que trazan una ruta de inicio razonable para abordar este problema desde el ámbito público. Estas incluyen, por ejemplo; el establecimiento de impuestos especiales sobre productos malsanos y el uso de los recursos recaudados para el financiamiento de servicios de salud, infraestructura para el acceso al agua o subsidios en alimentos saludables, la regulación sobre la publicidad de productos no saludables dirigida a los niños y niñas, la protección y promoción de la lactancia materna exclusiva, el fomento a los medios de transporte activos y comunidades caminables, la creación de cooperativas escolares saludables y la promoción y apoyo a los ingredientes locales, el fortalecimiento de las cadenas cortas de producción de alimentos naturales y la implementación de sistemas claros y sencillos de etiquetados de alimentos y bebidas para garantizar el derecho de acceso a la información sobre lo que se consume. Sobre este último punto, las OSC y las autoridades de salud en México, han dado un importante paso, cuyo proceso se detallará en el presente documento.


Los etiquetados de alimentos y bebidas son de gran importancia, ya que representan el único elemento que presenta información dirigida a los consumidores en el punto de venta. En México, el Comité de expertos académicos nacionales del etiquetado frontal de alimentos y bebidas para una mejor salud, concluyeron en una postura publicada en 2018 que los etiquetados GDA vigentes (modelo de Guías Diarias de Alimentación) son de difícil interpretación para el grueso de la población en el país, ya que para conocer si un producto contenía niveles altos de algún nutrimento crítico para la salud, son requeridos una serie de cálculos matemáticos, mismos que implican la disposición de tiempo, así como conocimientos especializados en nutrición y un mayor esfuerzo en el momento de la decisión de compra. El Comité señala que es poco probable que el consumidor promedio realice una serie de operaciones matemáticas de manera consistente para cada uno de los productos que compra, y recomienda la adopción de un sistema de advertencias sencillo, claro y de rápida interpretación, como el utilizado con buenos resultados en países como Chile y Perú. Además, destaca que los etiquetados GDA iniciaron como una propuesta autorregulatoria de las propias industrias de alimentos y bebidas que posteriormente se adoptó como una regulación de manera oficial a través de la NOM 051, misma en la que las posturas de la academia, los consumidores y las OSC, no fueron tomadas en consideración, por lo que resultaba fundamental un cambio en esta política de acceso a la información y protección de la salud, derechos básicos que era necesario proteger con un cambio en la legislación.


No cabe duda que la obesidad y el acceso a alimentos saludables para satisfacer en toda su complejidad el derecho humano a la alimentación, son algunos de los mayores retos que enfrenta la salud pública en México y en el mundo. La implementación de etiquetados claros en los empaques de alimentos y bebidas representa un importante logro para México. Este logro sin precedentes nos encamina hacia la adopción de una política integral para dar respuesta al problema, sin embargo nos obliga a recordar que se requiere de la conjugación de más esfuerzos y su sostenimiento a lo largo del tiempo para frenar con éxito, esta epidemia.


Fuente: Alianza por la Salud Alimentaria



La materialización del etiquetado frontal de advertencia, de acuerdo con lo publicado en el DOF, se hará de manera gradual. El primer paso será el 1 de octubre de 2020, cuando los primeros sellos y leyendas, deberán comenzar a aparecer en productos; para el 1 de abrirl del 2021, entrarán en vigor lo establecido en relación a las declaraciones nutrimentales, lista de ingredientes, etiquetado nutrimental.


Se han establecido 3 fases de aplicación entre 2020 y 2025, que faciliten la adopción de los sellos, haciendo cada más estricta su aplicación en productos ultraprocesados, a partir de la definición de porcentajes de nutrientes críticos.

En el contexto nutrimental en México, la materialización del etiquetado frontal de advertencia es crítico, como una estrategia que permita atacar de manera directa la epidemia de sobrepeso y obesidad.


Artículo completo:


Propuesta de sistematización
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